Con una inversión histórica y un plan estratégico claro, España se convierte en motor de ciencia, innovación y soberanía tecnológica en el continente.
HoyLunes – En la sede del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, más de dos centenares de profesionales del sector espacial —tanto en persona como de forma virtual— escuchaban con atención un mensaje cargado de futuro. La ministra Diana Morant anunció una inversión media de 455 millones de euros al año entre 2026 y 2030, con lo que España pasará a ser el cuarto país con mayor contribución a los programas de la European Space Agency (ESA), compitiendo con gigantes como Alemania, Francia e Italia.
Esta inyección nunca antes vista promueve una nueva hoja de ruta: ciencia con mayúsculas, innovación para la ciudadanía, y una apuesta decidida por convertir al espacio en un pilar estratégico del país.
Este impulso llega tras una progresión constante: desde los 150 millones anuales de 2017, pasando por 250 en 2019 y 300 en 2022, hasta la cifra récord actual. Con 1.854 millones comprometidos para los próximos cinco años, el Gobierno pretende que cada euro invertido genere avances tangibles: empleo altamente cualificado, empresas de tecnología puntera, centros de desarrollo científico, y una industria espacial nacional competitiva.
La nueva era espacial española no es solo un despliegue presupuestario: es un proyecto de país. La ministra Diana Morant lo definió como una infraestructura esencial para tiempos de cambio: desde la observación terrestre y la meteorología espacial hasta las comunicaciones seguras, la navegación y la respuesta frente a emergencias.

El programa también pretende garantizar soberanía tecnológica, promover la resiliencia frente a crisis globales —climáticas, migratorias o geopolíticas— y ofrecer oportunidades reales a jóvenes investigadores e ingenieros. Entre los hitos que el plan prevé alcanzar pronto, destaca el apoyo al lanzador nacional Miura 5, desarrollado por PLD Space, con financiación de 169 millones.
Si todo avanza según lo previsto, este cohete será la puerta de entrada de España entre los diez países europeos con capacidad propia de acceso al espacio.
Además, otros proyectos como la constelación atlántica de observación terrestre, misiones de vigilancia espacial (misión DRACO), comunicaciones satelitales seguras (LEO-PNT e IRIS2) o iniciativas de limpieza orbital muestran la ambición: ciencia aplicada al presente, no solo a la investigación.

El nuevo plan espacial español no es un salto al vacío: es una apuesta consciente por reforzar las bases del progreso. Al situar al espacio como infraestructura estratégica, el país asume que la ciencia, la tecnología y la innovación no son lujos, sino pilares de bienestar, soberanía y oportunidad. Este momento marca una encrucijada histórica: elegir entre mirar al suelo o extender la mirada al cosmos. España ha decidido levantar la vista. Y con ella, millones de sueños e ideas que esperan despegar.
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